Encuentros en la noche
¡Hola, personitas del Universo!
Esta entrada va dedicada a todos nuestros lectorcillos y lectorcillas fantasmas, por estar ahí y por atreveros a descubrir nuevos mundos con nosotras ^^.
ANUNCIO: la semana que viene tenemos Selectividad (realmente queda solo un día entero antes de los exámenes... pero no caigamos en la desesperación :D), así que una vez que la hagamos, podremos dedicarle al blog y a escribir el tiempo que se merece y que creo que nos merecemos después de estudiar taaanto.
Además, atención, ¡la semana que viene Tardes de Fantasía cumple 3 años! Así que se viene una entrada un poco especial ~
Ahora sí...
ENCUENTROS EN LA NOCHE
Me perdí en la infinidad de la lluvia. Vagué sin rumbo por esa semi-noche que atrapaba la ciudad con su creciente oscuridad. Choqué una vez. Choqué otra vez. Seres inertes, gigantescos y envueltos en sombras me rodeaban. Eran parte de ese laberinto de soledad. Y entonces la luz, las farolas se encendieron y las transparentes gotas de lluvia por fin se hicieron visibles. Todo seguía su propio orden, un equilibrio premeditado que yo alteraba con mi presencia. Un movimiento a la izquierda y las gotas se movían conmigo perturbando su rítmico baile. Un movimiento a la derecha y algún árbol cercano agitaba, molesto, sus hojas.
Intenté hablar con la lluvia, pero ella se apartaba de mí a su paso. Le hablé a la noche, pero me dejó en la misma soledad en la que estaba perdido. ¿Árboles? No era capaz de encontrarlos entre la oscuridad de esa lejana noche que ya cubría la ciudad.
Rugí, no pude evitarlo, y mi eco resonó a través de los edificios que se elevaban hasta el cielo. Vagué sin rumbo una vez más, sin saber qué buscaba, sin saber si realmente buscaba algo.
Otro edificio oculto en la noche y otro choque contra él. A esas alturas creía que sería así como pasaría mis horas hasta que el día llenase de vida aquel lugar. Sin embargo, no fue eso lo que sucedió.
Luz.
Una farola.
Las gotas de lluvia cayendo como diminutas estrellas.
Y bajo esa luz, un paraguas rojizo protegía a dos personas.
Me acerqué con cuidado, no quería asustarlas. Para mi sorpresa, dejé de sentir la lluvia, la noche y la soledad. Lo único que parecía existir en ese momento era la intensa mirada que ambos intercambiaban. No dijeron nada, no se movieron, solo se miraban y eso era lo único que necesitaban. Esa mirada estaba por encima de la naturaleza que se había desatado esa noche.
Calma, comprensión, amor.
Me llené de todos esos sentimientos y descubrí que ya no necesitaba esperar a que se hiciese de día para abandonar la laberíntica ciudad. Con confianza, me impulsé y me dirigí a ellos cada vez más veloz. Se sorprendieron con mi repentina llegada, pero yo ya volaba libre sobre ambos cuando vi sus sonrisas. En mi vuelo me llevé su paraguas rojo durante unos segundos en los que también vi su abrazo entre risas.
Los humanos eran muy interesantes.
Pero yo era viento y por fin me sentía con fuerza para dominar los cielos. La laberíntica ciudad ya no me imponía sus normas.
Esa noche, era libre.
Photo by Aline de Nadai on Unsplash
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❧ Eres tú.
Gracias por leer y déjate llevar por la fantasía...
Ya te lo dije en su momento, pero no pasa nada por repetírtelo: Sindy, eres la mejor. Incluso teniendo el tiempo justito para repasar selectividad has conseguido escribir este relatillo maravilloso y sacar una notaza impresionante. (En serio, ¿eres una bruja y no me habías dicho nada?).
ResponderEliminarFue la magia de las palabras la que me ayudó con la nota ;), después de escribir este relato, ya no existían imposibles. ¿Y tú qué, futura biotecnóloga? Tu nota poco tiene que envidiar a la mía <3.
EliminarLo que he aprendido es que el esfuerzo vale la pena y nosotras nos esforzamos.
¡Espero poder esforzarme siempre a tu lado!