El poder de los sueños
Aunque intentó no dormirse, sus ojos inundados de lágrimas, estaba demasiado cansada. Tras aquella discusión había estado llorando durante horas, sintiéndose incapaz de otra cosa. Se había encerrado en su habitación y aovillado sobre la cama, sin siquiera apartar las mantas o cambiado su uniforme escolar por el pijama. Leila se sintió, de pronto, cansada y sus párpados se tornaron más pesados de lo habitual. Intentó mantener los ojos abiertos. Sabía que si no dormía seguiría llorando toda la noche, pero sería mejor que lo que la aguardaba. Sin poder evitarlo, se sumió en un profundo sueño.