Melodía de Sueños Imposibles, final alternativo
¡Hola! Es para mí un gran honor haber terminado por fin el final alternativo de Melodía de Sueños Imposibles (una historia que pocos podrán leer porque se queda en mi ordenador :)). Haré una pequeña introducción para cualquiera que lo lea y no sepa nada de mi historia (es decir, todo el mundo).
Álex es un terrible ser humano que después de aparentemente terminar impune de sus actos, recibirá su castigo. Espero que lo disfrutéis.
A Alba
Álex caminaba por la
calle, sin preocupaciones, con su andar garboso, su cabello rubio y su bolsa
deportiva al hombro. Al tomar una calle a la derecha se detuvo. El sol era muy
brillante aquel día y tuvo que entrecerrar los ojos para distinguir la figura
de una muchacha.
—¿Álex? —preguntó ella.
El joven reconoció la
voz y sonrió.
—¡Jessica!
Comenzó a correr en su
dirección, sorprendido por el inesperado encuentro, pero sobre todo contento.
Al llegar junto a ella, notó que algo no iba como debería. La muchacha estaba
de brazos cruzados y su mirada desprendía odio. Álex puso los ojos en blanco y
le quitó importancia, después intentó besarla. Ella se apartó, asqueada.
—¿Qué pasa? —dijo Álex
con un suspiro.
Esta vez fue Jessica la
que levantó los ojos hasta que las pupilas se escondieron tras sus párpados.
Clavó la vista en el adolescente y le escupió:
—No, Álex, se acabó.
—No digas estupideces,
¿qué pasa? —repitió él.
Jessica le dio la
espalda.
—Creí que nos
entendíamos, que éramos iguales, que hacíamos lo mismo.
—¿Y no es así? —preguntó
un desconcertado Álex.
Jessica se giró, pero
sus ojos castaños ya no eran castaños, sino rojos. Álex parpadeó varias veces y
dio un paso atrás, los ojos de su amiga estaban llameando literalmente.
—¡No! —se indignó la
joven.
Pero aquella voz ya no
era la suya, sino una más profunda y atemorizante.
—Yo tomo lo que quiero
cuando quiero, ¡pero no me dedico al juego del engaño! —prosiguió ella—. No
hiero a las personas, no soy alguien despreciable que se dedica a machacar
niños inocentes.
Álex se hartó.
—¿Y qué más da? ¿En
serio no sabías cómo era yo? También pensaba que éramos parecidos.
—Parecidos —dijo Jessica
con desprecio—. Desaparece de mi vida.
Los ojos de la muchacha
eran inquietantes, pero Álex se creía por encima de todo ello.
—Hago lo que me da la
gana —dejó claro.
Jessica alzó las cejas,
sorprendida, pero enseguida esbozó una sonrisa perversa.
—No lo has entendido, si
digo que desaparezcas, desaparecerás.
El suelo comenzó a
temblar a medida que la sonrisa de Jessica crecía. Álex se apoyó contra una
pared, pero se apartó de ella cuando el edificio al que pertenecía empezó a
vibrar también de forma peligrosa. Toda la ciudad estaba bajo el influjo de las
sacudidas.
Álex miró con horror a
la que creía su amiga, que aumentó de tamaño hasta convertirse en un gigante.
—No eres nada, ¿lo
entiendes ahora? —dijo la enorme Jessica.
El joven no quiso oír
más y corrió para alejarse, pero la ciudad no le permitía escapar. Al final de
cada calle que cruzaba se encontraba con la sombra de la muchacha, su risa
resonaba por toda la ciudad y las grietas se abrían tras Álex.
—Esto no puede estar
pasando… —susurró Álex.
Y entonces entendió lo
que sucedía, aquello no era real, aquello no estaba sucediendo, aquello… era un
sueño. Sacudió la cabeza con fuerza y se sintió cada vez más ligero, cada vez
más seguro de que su razonamiento era acertado…
Y despertó.
Sintió de nuevo el calor
del sol sobre su piel y, antes incluso de abrir los ojos, supuso que había
sufrido una insolación o algo parecido. Intentó incorporarse y unos brazos lo
ayudaron. Al abrir los ojos vio a una joven, pero no se trataba de Jessica, sino
de Ámber. La muchacha sonreía y Álex empezó a temer que también con ella algo
iba mal.
—Ámber…
La joven amplió su
sonrisa y agarró el brazo de Álex, con alegría e inocencia. Álex estaba
perplejo; días antes, Ámber le odiaba a muerte y ahora se colgaba de su brazo.
El adolescente se dejó llevar hasta la entrada de una tienda que conocía muy
bien.
—¿Ves esa tienda?
—señaló la muchacha.
Álex asintió.
—Pues allí es donde vive
un muy buen amigo mío —explicó ella.
Y lo cogió todavía más
fuerte del brazo. Después lo llevó hasta un banco y lo hizo sentarse.
—Ámber, no entiendo qué
pretendes, se supone que me odias…
Ámber rio.
—¿Que te odio? —y
estalló en una nueva carcajada—. Álex, odiar es decir poco.
Al ver que volvían a la
misma situación de siempre, Álex se dispuso a irse, pero Ámber le cortó el
paso.
—En ese banco en el que
estás descubrí algo muy importante —le contó—, que no hay sueños imposibles.
Álex abrió la boca para
contestar, pero Ámber fue más rápida y dio un grito salvaje. Dos serpientes
salieron del banco y ataron al joven contra él, Álex profirió un grito y Ámber
se rio.
—¡Todos pagamos por
nuestros crímenes! —clamó—. Y si a eso le juntamos que los sueños son muy
posibles…
Se escucharon pasos
firmes acercándose. Álex alzó la cabeza, temeroso de lo que pudiese encontrar.
A lo lejos se acercaban decenas, cientos de copias del niño al que una vez le
había dado una paliza, de todas las jóvenes con las que había jugado, de toda
la gente a la que había perjudicado. Sacudió la cabeza para despertarse del que
creía ser un sueño, pero nada sucedía.
Aquello, por absurdo que
pareciese, era muy real.
—Ámber, no es necesario
todo esto…
La joven se sentó a su
lado y suspiró.
—Tampoco era necesario
todo lo que hiciste —dejó la mirada perdida en la lejanía, en las copias de las
personas que se acercaban a ellos—. El poder de la culpa ya ha decidido ir
contra ti, no hay marcha atrás y no es algo que dependa de mí.
Se levantó del banco y
sus ojos no mostraban el odio de antes, solo una profunda lástima.
—Lo siento.
Las copias la alcanzaron
y la atravesaron para situarse alrededor del adolescente, privándolo de una
huida que las serpientes de sus brazos se habían encargado de imposibilitar.
Miles de ojos lo miraban con odio, rencor, dolor. Álex decidió no acobardarse,
enfrentarse a ellos porque no se arrepentía de nada.
—¡Egoísta! —gritaron a
coro todas las voces.
La vibración del sonido
recorrió el cuerpo de Álex hasta aturdirlo.
—¡Villano!
—¡Malvado!
—¡Perverso!
Las voces lo envolvían y
lo atormentaban, pero él se resistía a demostrar su temor y apretaba los
dientes. Entonces la voz de Ámber le llegó en un susurro por encima de todo el
jaleo.
—Habría sido más fácil
que te arrepintieras.
Y las copias se
acercaron tanto a Álex que temió asfixiarse. Aturdido, sin aire y agotado, las
copias empezaron a convertirse en ceniza a su alrededor. Álex aguantó la
respiración todo lo que pudo, pero finalmente la ceniza penetró en su interior,
se adhirió a su piel, se volvió uno con él. Y Álex se perdió en el mundo de la
inconsciencia.
Abrió los ojos poco a
poco y se sintió tumbado sobre una superficie sólida y dura. Se sentó con dolor
de espalda y vio que se encontraba en el interior de una pequeña casita rosa.
Deslizó sus dedos con horror sobre el vestido, también rosa, que vestía.
Toda la casita empezó a
temblar y Álex tuvo ganas de llorar, ya no quería más, ya no podía más. Una
joven y un niño de tamaño colosal se acercaron a la casita y sonrieron con
inocencia. Álex se quedó con la boca abierta al reconocer a Ámber y al niño que
una vez había herido. Eran enormes o, como ya empezaba a sospechar, era él muy
pequeño.
—¡Ámber! —gritó.
Pero ella no lo oyó, en
su lugar rodeó su cuerpo con una mano y lo extrajo de la casita de muñecas.
Álex gritó, pataleó y luchó. Lo intentó todo y no consiguió nada. Ámber y el
niño jugaron con él hasta la noche, y al día siguiente, y al otro más.
Álex se convirtió en una
muñeca para toda la eternidad, como castigo por no arrepentirse de sus
espantosos actos. Y toda la humanidad vivió mejor sin él.
Gracias por leer y déjate llevar por la fantasía...
Sindy, gracias. Necesitaba leer eso. No me esperaba un final así, pero era justo lo que quería leer. Sé cómo es Álex y se merece todo lo que pueda pasarle y más, aunque esto pueda sonar un poco cruel jajaja.
ResponderEliminarNadie se libra de las consecuencias de sus actos.
EliminarMe alegro muchísimo de que te haya gustado, se podría decir que ya solo por este final toda la otra historia valió la pena jaja.
Un saludo!!