Alina Dells (parte 2)

¡Feliz año 2019!

He pensado que no hay mejor forma de despedir el año que con buenas sensaciones, así que me he atrevido a retomar una historia que escribí con 15 años aquí en Tardes de Fantasía. Alina Dells, una historia bastante dura y con un final incierto que ahora continúo. Porque enfrentar los mayores retos que nos pone la vida y seguir adelante es decisión nuestra.

***

Lo has perdido todo, decía una voz en su cabeza.

Aún sigues viva, la contradecía otra.

Pocos sabrían que en aquella caída, atravesando aquella extraña puerta que casi parecía una alucinación, Alina tuvo elección. Estuvo muy cerca de caer sobre la dura roca de la falda de la montaña y no despertar jamás. Pero en el último momento decidió vivir, recordó el te quiero de Tommy y los seres del bosque la escucharon.

Se despertó en un claro, rodeada por muchas lucecillas de infinidad de colores. Se levantó con cuidado, rodeada por un aroma silvestre. Le dolía todo el cuerpo, pero, sobre todo, le dolía el corazón. Tenía el vestido destrozado y las heridas que se había hecho al saltar por la ventana de su casa todavía seguían allí. Alina se acercó a una de las lucecillas y trató de rozarla con los dedos, pero el extraño ser no se dejó alcanzar.

—¿Qué… sois? —preguntó con la voz que le quedaba, se sentía muy cansada.

Las luces parpadearon un momento y empezaron a dispersarse. Alina las miró, deseando que no se fueran, que no la dejaran sola. Pero desaparecieron y el llanto que no la había abordado todavía apareció como un doloroso golpe que la llenó de tristeza.

Alina lloró en la soledad de aquel bosque durante un tiempo difícil de determinar. No sabía si era de noche o de día, el cielo que la observaba en lo alto tenía un color rosado oscuro. Alina también revivió demasiadas veces la tragedia de su hogar, de su familia, hasta que las lágrimas se agotaron y recordó que ella seguía viva y que eso era en lo que tenía que pensar.

Tenía hambre y sed, así que salió en busca de algo que la aliviara. Se adentró en el bosque, prestó atención a los sonidos que la rodeaban. Caminó entre los árboles hasta que a lo lejos escuchó el sonido del agua fluyendo.

—¿La escuchas? —preguntó una voz de pronto.

Alina soltó un grito y se giró hacia todos lados.

—Aquí, aquí estoy, aquí arriba.

La pequeña levantó la cabeza y, sentada en una rama, vio la figura de un ser con rasgos humanos, aunque no supo decir si se trataba de un hombre o de una mujer.

—¿La escuchas? —repitió con su voz que no era ni grave ni aguda—. Es el agua fluyendo, es la vida que llena el mundo. Y tú formas parte de ella, igual que yo.

Alina se sentó sobre una raíz y sus ojos se entrecerraron.

—Eso lo entiendo… pero lo demás… no… no tiene sentido.

El ser, que tenía a su espalda unas delicadas alas transparentes, descendió hasta posarse a su lado.

—Entonces yo te lo explico. Todo lo que has vivido, todo lo que pasará, sigue el curso de algo que por aquí llamamos el gran Caos. Alguien está tratando de liberar a un terrible monstruo que hace milenios fue encerrado en el interior de nuestro mundo.

Alina cerró los ojos y se apoyó en el cálido cuerpo del ser.

—Eso es muy malo… —susurró.

—Así es, y muchas personas seguirán muriendo si no lo evitamos. Y necesitamos tu ayuda, Alina.

La niña abrió un poco los ojos.

—¿Mi ayuda?

—¿Sabes por qué sigues viva? Porque sentiste la oscuridad rasgando la tierra antes de que sucediera.

—No lo… —bostezó— entiendo.

—Alina, tienes un don, una habilidad, un instinto dentro de ti que te permite captar cosas que nadie más puede. No sé si naciste con él o si lo fuiste desarrollando por algún motivo, pero te ha salvado y por eso estás aquí.

—Pero… ¿y si esto no es real? ¿Y si me caí y… morí?

—Esa es tu decisión. Si me crees, cuando despiertes ven a buscarme a la cascada. Si no me crees, aún puedes decidir si quieres que esa caída sea el final… o el principio de algo distinto. Puedes volver a tener una vida tranquila pero también… puedes evitar que otros pasen lo mismo que acabas de vivir tú.

El sueño se apoderó de Alina y no pudo seguir escuchando.

Cuando se despertó al pie de la montaña, sabía lo que tenía que hacer.

Buscar la vida, el agua fluyendo. Buscar una cascada.




Gracias por leer y déjate llevar por la fantasía...

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