El dragón solitario

Esta es la historia que escribí para el concurso Mundos Fantásticos convocado por el blog de Luna Antigua. Hacía mucho tiempo que tenía ganas de darle forma a esta historia ^^, espero que la disfrutéis.


Alguien los observaba.

El fin estaba cerca en la batalla que marcaba el fin de una época y el principio de otra. El valeroso guerrero portaba su espada de madera, decorada con las primeras flores Iléi del año. El dragón, por su parte, mantenía su posición frente a él con creciente indecisión ante los vítores del público, dirigidos claramente a su oponente.

Todos los años había demasiadas peticiones para representar al guerrero y ninguna para representar al dragón. Maw, el niño que interpretaba el tan ansiado papel, lo había conseguido con esfuerzo y dedicación, mientras que Row estaba allí por obligación y azar. Le había tocado a él y debía hacerlo.

—¡Acaba con el dragón! —se emocionó una mujer de la tribu.

Sus cabellos rojos resplandecían a la luz de los frutos luminosos que colgaban de las ramas que cubrían el claro del bosque. Ella y todos los miembros del clan se sentaban en círculo alrededor de los dos actores. Cuando alguien empezó a dar golpes en el suelo, emocionado, todos lo imitaron.

Row deseaba estar castigado en su humilde choza o en lo alto de las ramas del bosque, donde nadie se atrevía a subir, antes que bajo las miradas enloquecidas de quienes los observaban.

Y la sensación de ser observado por alguien persistía.

—Por nuestro hogar, nuestro Bosque sagrado que tantas veces habéis amenazado con vuestro fuego —interpretó Maw su papel—, ¡yo te destruiré, último de los dragones!

—Una espada de madera no podrá atravesarme —respondió Row con una firmeza que no sentía.

—No es una simple espada de madera, dragón. ¡El Bosque nos protege y nos da su poder!

Y rozó con los dedos las flores Iléi de su espada, como si fuesen a resplandecer como en la leyenda.

—Unas flores no evitarán… —a Row le parecía que la actuación se volvía más irreal por momentos—… que destruya vuestro Bosque.

Los continuos e irregulares golpes contra el suelo se hicieron más fuertes. La tierra temblaba y todas las criaturas de Dasoria, el Bosque sagrado, despertaron.

Ahora eran cientos o miles los pares de ojos que los observaban y, sin embargo, seguía habiendo una mirada que destacaba entre las demás.

El clan, además de hacer vibrar la tierra, comenzó a entonar un suave canto. Todo eran vocales dulces y melodiosas que pretendían ser lo opuesto a un rugido de dragón. Hacía cientos de años que Kaw había derrotado a la última de estas criaturas y nadie podía recordar cómo rugía un dragón, pero debía de ser un sonido oscuro, áspero y tenebroso.

Los seres del Bosque imitaron a los humanos con sonidos; todos eran criaturas de Dasoria y un vínculo las unía. El propio Bosque parecía despertar con esta llamada, las hojas de los árboles temblaron y algunas cayeron, dejando nacer otras de colores más brillantes.

Era de noche, pero la luz de Dasoria daba vida incluso al aire.

—¡Nuestro Bosque nos protege! ¡Tu cielo no puede ayudarte bajo nuestros árboles!

Siempre el mismo espectáculo desde hacía siglos, Kaw enfrentándose al último dragón con la ayuda de Dasoria y el dragón saliendo derrotado de la batalla.

Row, como tenía que ser, llevaba toda su vida odiando a los dragones y aclamando a Kaw, quien había conseguido despertar a Dasoria él solo para derrotar a su enemigo. Pero de repente dudaba, de repente Row se sentía como si después de aquella noche también él saldría derrotado como el dragón.

Iba a decir las palabras que le correspondían a continuación, pero ya nada tenía el mismo sentido.

—¿Cómo puede hablar un dragón si se supone que de su boca solo salen los oscuros rugidos de más allá del cielo? —dijo sin pensar.

Eso se lo había preguntado a su abuela una noche de tormenta, hacía algunos años, en la que los truenos se parecían demasiado a lo que debían de ser los rugidos de un dragón. Su abuela le había dicho que si fuese un dragón, anunciaría el caos con su oscura voz. Pero para Row no tenía sentido que un dragón pudiese hablar si solo causaba el caos, porque para él las palabras eran un don de Dasoria. Como respuesta, su abuela le prohibió que preguntara cosas que pudiesen ofender al Bosque sagrado.

—Eso mismo me pregunto —improvisó Maw— y prefiero no conocer su oscura respuesta.

Después le lanzó una mirada de advertencia a Row. Él asintió y trató de concentrarse, pero la inquietud lo invadió al sentir de nuevo una penetrante mirada, esta vez sin duda clavada en él.

Maw alzó la espada con maestría y la dirigió hacia Row. No había peligro, pero Row la esquivó quizá porque había nacido con la desgracia de ser alérgico a las flores de Iléi o quizá por lo nervioso que estaba.

El público gritó indignado y Row aprovechó esos segundos de desconcierto para mirar a su alrededor. Vio a Wae, la hija de los jefes de la tribu y para él la más radiante dama de cabello rojizo. Ella lo miró decepcionada por haber esquivado el golpe que pondría fin al ritual y daría comienzo a los demás festejos.

A veces, Row sentía que lo miraban como si él fuese un dragón. No por su alergia a las legendarias flores que habían derrotado a la última de estas criaturas aladas, tampoco porque estuviese interpretando a una. No, él sentía que lo miraban como a un dragón porque, sin pretenderlo, Row veía más allá de unos horripilantes monstruos de los cielos.

Ante la mirada de Wae, bajó un poco la cabeza, aunque esos no eran los ojos que necesitaba encontrar en ese momento.

Maw volvió a la carga y Row estaba dispuesto a aceptar el roce de las flores que le dejarían la piel dolorida durante varios días. Pero entonces, los vio. No distinguió su color o a quién pertenecían, tampoco hizo falta. Aquella mirada poderosa y profunda lo hizo olvidarse hasta de su propio nombre. En ese instante sintió que ya no era Row el raro, el diferente, el dragón. En ese instante sintió que alguien veía a través de él y no lo juzgaba, más bien lo invitaba a dejar salir sus impulsos más escondidos, los que ni él mismo sospechaba que tenía en su interior…

Dejó de ver aquellos poderosos ojos.

Maw deslizó la espada hacia Row y los golpes en el suelo se aceleraron. Entonces, una llama de fuego surgió entre Maw y Row. ¡Fuego! Los cánticos cesaron, todo se detuvo; hacía tanto tiempo que no se encendía un fuego en Dasoria que nadie supo cómo reaccionar. Los animales fueron los primeros en desaparecer, después llegaron los gritos humanos. Eran gritos de horror, de malos presagios y preguntas sobre cómo apagar esa llama infernal.

—¡Agua! —exclamó sabiamente un anciano.

Maw se había caído hacia atrás de la impresión, pero Row seguía firme, hipnotizado por la belleza de la llama que en los demás causaba desesperación.

—¡Apártate del fuego, chico! —gritó alguien.

Row fue consciente entonces del caos y empezó a asustarse. No tardó en ver a algunos que lo contemplaban con horror creyendo que Row tenía algo que ver con la aparición del fuego. Él dio varios pasos hacia atrás y cuando la oscuridad del Bosque más allá del luminoso claro lo cubrió, echó a correr.

—¡Row! —escuchó.

Pero nadie pudo detenerlo antes de que se perdiese entre los árboles.


Sus pies avanzaban solos y la cabeza le daba demasiadas vueltas. Temía haber enfadado a Dasoria con su comportamiento o incluso algo peor; que los dragones resurgieran de aquel fuego.

Algunos frutos luminosos iluminaban de vez en cuando su camino, pero él no se fijaba en nada, solo sabía que corriendo se sentía más ligero.

Después de un tiempo corriendo, ante él surgió una torre de piedra tan alta que sobrepasaba la copa de los árboles. Row se detuvo. Aquella construcción era un vestigio de un tiempo antiguo de damas, caballeros y dragones; era lo único que quedaba para demostrar que había habido un tiempo en el que mirar al cielo era habitual y no aterrador. Se decía que una solitaria mujer habitaba la torre, pero, que se supiera, nadie había entrado para comprobarlo. Era una historia antigua de esas que a Row le gustaban cuando debían asustarlo.

La puerta de la torre estaba abierta.

El fuego, la huida y ahora la puerta abierta… Row se acercó a la torre y entró; ya se había asustado lo suficiente por un día. Empezó a subir una interminable escalera de caracol con escalones de piedra. Llegó al último y empujó una puertecita de madera. Al otro lado, había una habitación con libros y muebles de los que había oído hablar en los cuentos. Dos antorchas con fuego iluminaban el lugar; más fuego. Intentó no acercarse a las llamas y cruzó la habitación para asomarse a la ventana y ver lo que nadie en su clan había visto nunca; el cielo.

Se maravilló. Faltaba poco para que la oscuridad de la noche se retirara, pero las estrellas todavía brillaban en el horizonte infinito. Row imaginó que las estrellas eran los ojos del cielo…

—Hermoso, ¿verdad? —dijo una voz.

Row se giró de inmediato y vio en la puerta a una mujer. No parecía especialmente mayor, pero aunque no tuviese arrugas, su pelo era blanco y su mirada… su mirada era antigua y profunda, como si hubiese visto más de lo que debería. Era la misma mirada que lo había observado durante el espectáculo.


—¿Es usted la señora de esta torre? —preguntó Row con precaución.

Sabía que no pertenecía a su tribu, por lo menos desde que él había nacido, porque nunca la había visto.

—Llámame Elis —respondió con una sonrisa.

Se alejó de la puerta y se sentó en una silla mientras cogía un libro y lo hojeaba.

—No te puedes llamar así —se extrañó Row, que no se había movido de su sitio.

Elis alzó la mirada y Row no supo decir de qué color eran sus ojos.

—¿Por qué? —cerró el libro.

—Las… las personas usan nombres de tres letras.

Elis se levantó y se acercó lentamente a él con una sonrisa.

—Las plantas reciben nombres de cuatro letras, no las personas —continuó Row sin dejarse inmutar.

—¿Y para quiénes son los nombres de cinco letras?

Estaba casi a su lado.

—Para —tragó saliva— los animales.

Elis, ya junto a él, se asomó por la ventana sin temor a caerse.

—Y las siete letras se reservan para Dasoria… —suspiró la mujer viendo las copas de los árboles.

Row dio un paso hacia atrás y buscó la puerta con la mirada.

—Y nos quedan las seis letras que tanto os gusta evitar… ¿Recuerdas para qué nombres se utilizaban?

—Para los dragones… —contestó él en voz baja.

Elis se apartó de la ventana y cogió el libro que había estado hojeando antes.

—¿Has visto alguna vez un dragón?

No hizo falta que Row respondiera, ambos sabían la respuesta. Elis abrió el libro y le mostró una ilustración.

—Esto es un dragón.

Row tembló al ver los afilados colmillos y las poderosas garras de la criatura.

—Seres de fuego y de escamas de oro —recitó ella—, no pobres muchachos parloteando en el claro de un bosque.

—Dasoria no es un bosque —se molestó Row—, es el Bosque.

Elis cerró el libro y miró a Row muy seriamente.

—¿Sabes por qué vine a vivir a esta torre? ¿Estuviste acaso presente cuando Kaw mató al último dragón? No. No puedes ver que todos en tu clan os limitáis a ver a Dasoria, sin saber que el mundo no se acaba en este bosque. Como también insistís en creer que el único dragón que fue derrotado una vez era el último de su especie.

»Desde el momento en el que te vi representando al dragón, supe que eras diferente a todos los hombres y mujeres que lo representaron antes que tú. Por eso creo que deberías tener algo…

Se acercó a una estantería y cogió un libro de tapas doradas.

—No sé leer —fue lo único que se le ocurrió decir después de escuchar a Elis.

Nadie en Dasoria sabía.

—No necesitas leer si sabes interpretar las imágenes.

Se lo tendió y Row esperó para cogerlo.

—¿Por qué me lo das?

Elis sonrió, enigmática.

—Porque sé que los dragones volverán y si lo único que creéis de ellos es que son criaturas sanguinarias, lo serán. Y sería una lástima que la magia de Dasoria desapareciera bajo el fuego de los cielos por unos humanos que no sabían la verdad.

Row cogió el libro.

—¿Qué verdad?

Pero Elis no pudo responder.

—¡Row! —exclamó alguien subiendo la escalera de caracol.

Maw llegó acompañado de varios jóvenes de la tribu. Solo él tuvo tiempo de entrar porque al ver a Elis se asustó, saltó hacia atrás y tiró una de las antorchas de la habitación.

—¡Maldito fuego! —gritó y miró a Row—. ¡Vámonos!

Maw y los otros chicos se fueron mientras todo empezaba a arder. Row corrió hasta la puerta con el libro en brazos y se dio cuenta de que Elis no estaba con él.

—¡Elis!

Las llamas la envolvieron y ella, en vez de ir tras Row, se acercó a la ventana.

—¿Ves qué hermoso es el cielo al amanecer?

Row quería atravesar el fuego para despertarla de su locura, pero no podía.

—Oh, no te preocupes por mí, preocúpate por salvar ese libro y estar preparado para el verdadero espectáculo, la llegada de los dragones…

El fuego deshacía la ropa de la mujer y Row contuvo un grito de impotencia. Elis levantó un pie y lo posó sobre la repisa de la ventana, después miró hacia atrás.

—¿Sabes cómo se llamaba ese último dragón que tanto celebráis haber matado? Su nombre era Elisia.

Y saltó por la ventana. Pero no cayó, sino que fue tomando la forma de una criatura que hacía siglos que no sobrevolaba Dasoria.

Row bajó corriendo de la torre, impactado. Al llegar al suelo empezó a llover y Maw, aliviado, le pasó un brazo sobre los hombros.

—Tenemos un espectáculo que terminar, dragón.

Entonces escucharon un trueno, aunque Row sabía lo que era en realidad. Miró el libro y a pesar de no sentirse seguro de poder interpretar al dragón, sí sintió que podría evitar que estos acabaran con su pueblo.

Porque los dragones también hablaban.



Gracias por leer y déjate llevar por la fantasía...

Comentarios

  1. Hola!
    No sabía nada de este concurso. Ha sido empezar a leer tu relato, y se me han quedado los ojos pegados. Está súper bien escrito. Lo justo para imaginártelo todo, y que las escenas lleven el ritmo ágil que creo que intentas transmitir. A pesar de ser muy cortita, tiene muchos detalles que me han gustado, como las flores de la espada, la cantidad de letras que tiene cada nombre para cada cosa, y por qué no, Row. Creo que Row está muy bien definido, me ha gustado mucho el personaje.
    Enhorabuena, te ha quedado muy bien!^^

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola Cele y muchas gracias! Me alegro de verte por aquí ^^.
      Los detalles se los puse porque algo que valoraban en el concurso era la construcción de mundos, así que cuanto más original, mejor :). Normalmente en los relatos no desarrollo mundos demasiado complejos, pero después de escribir el "Dragón solitario" me quedé con un buen sabor de boca. Así que en mis próximos escritos trataré de dedicar más tiempo a esos detalles que hacen una historia más especial.
      ¡Muchas gracias por tu comentario y espero que mis palabras te deleiten siempre que las leas!

      Un saludo!!

      Eliminar
  2. Me ha encantado!! Es una historia trepidante y muy original. Lo de el número de letras para cada especie me ha llamado mucho la atención. Una gran idea, sin duda.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola! ¡Muchas gracias por tus dulces palabras ^^!
      Espero que encuentres entre nuestras letras más historias que te hagan sentir, pensar y soñar.

      Un saludo!!

      Eliminar

Publicar un comentario

Tus comentarios nos dan alas y las alas nos hacen volar. Y allí, volando, escribimos para que tú también puedas desplegar tus alas 🌌

Entradas populares de este blog

Jak and Daxter

La Serpiente Emplumada: el Dios traidor

Novoland - The castle in the sky (Reseña)