La gema (parte 2)
El rugido inhumano de los monstruos que la perseguían estaba cerca. Casi podía notar su cálido aliento. El corazón le latía muy deprisa y el sudor empapaba su frente y su espalda. Volvió la vista atrás y lo que vio heló su sangre. Uno de los monstruos, el que había sido su amigo, su compañero, le pisaba los talones. Era una bestia terrible, que corría a cuatro patas, los ojos rojos y dientes afilados. Le faltaban algunos trozos de piel y, en una zona de la cara, incluso la carne, dejando ver una parte de la mandíbula. No se podía distinguir en aquel monstruo nada de su antiguo amigo. La joven chilló con toda la fuerza de sus pulmones e intentó correr más deprisa. Sin embargo, la bestia fue más rápida y no tardó en caer sobre ella de un salto. La atrapó bajo sus manos, de un color parecido al morado, que quemaron la piel de la joven al tocarla. Gritó más alto todavía, más por terror que por dolor. Los pasos de la segunda bestia, que antes había sido la amable anciana, sonar...