Fuegos artificiales
Levantó la vista al cielo y se maravilló con la imagen de miles de estrellas, casi eclipsadas por la misteriosa belleza de la luna. Aguardó pacientemente, sentado sobre el techo de la pequeña casa campestre donde vivía. Oyó voces en la distancia, provenientes del centro de la villa, que celebraba aquella noche su quincuagésimo segundo aniversario. Aguardó pacientemente, jugueteando con las tejas rojizas y dejando que sus alas se movieran perezosamente al son de la suave brisa. Entonces, lo vio.