El reflejo
Aquel era un reino hermoso,
donde el sol hacía brillar las pequeñas florecillas del campo y la lluvia
sacaba reflejos a las hojas de los árboles. Había un río, El río, la corriente
de agua permanente que recorría todo el reino. Era él el que marcaba los
límites, junto con el valle que él mismo había construido y el mar que bañaba
el sur. No se necesitaba más para vivir si se contaba también con un castillo y
una doncella propia. Lo único que Mysa añoraba era la compañía, porque a pesar
de tener a una joven muy dispuesta a su lado, no tenía a nadie más en ese hermoso
y lejano castillo.
Tras la lluvia, vino el sol.
Miranda caminaba por la
calle con el paraguas cerrado y la mente en la luna. Cuando se es adolescente,
hay demasiadas preocupaciones y a la vez no hay ninguna; ironías de la vida. La
joven estaba serena, aburrida. Aquella mañana había tenido el presentimiento de
que algo en su vida iba a cambiar, una extraña idea que no podía quitarse de la
cabeza. Pero eran las siete de la tarde y todavía no había advertido nada
inusual.
Hasta que cruzó la calle del
supermercado.
No fue una señal en el
cielo, no fue una luz cegadora ni nada relacionado con las típicas señales
fantásticas. Fue algo muy discreto que solo ella pudo apreciar; un reflejo.
Se detuvo en medio de la
ciudad, indiferente ante la gente que pasaba a su lado. Tenía la mirada clavada
en un charco frente a ella, un simple charco que, empezaba a sospechar, era
mucho más que eso. Se atrevió a concentrarse en él y ver mucho más allá de sus
turbias aguas, más allá del reflejo de los edificios. Porque más allá de todo
eso, había visto a una joven segundos antes. No solía soñar despierta ni
fantasear con mundos imaginarios, pero aquel día estaba dispuesta a darles una
oportunidad.
Y entonces la vio, o más
bien se vio.
Era ella, Miranda,
sonriéndose a través del agua, solo que no era Miranda la que sonreía. Aquella
joven era idéntica a ella, sus ojos castaños, su melena rizada… y un hermoso
vestido con el que la adolescente siempre había soñado. La muchacha miró el
viejo chubasquero que vestía y envidió el reflejo tan bello que nunca podría
tener. Porque aquella joven era una versión más cuidada, elegante, amable y
deseada de Miranda.
Pero desde luego, nunca
debemos decir nunca, pues, cuando
menos lo pensemos, algo increíble pasará. La pregunta es: ¿estaremos preparados?
Miranda no lo estaba y probablemente
por eso sucedió. Se inclinó hacia el charco para admirarlo y envidiarlo mejor,
sin comprender la imagen que veía en él. En ese instante, tan rápido que ni un
chillido pudo soltar, el charco la absorbió. No pudo resistirse, simplemente se
dejó llevar.
Abrió los ojos despacio, con
temor, y quedó asombrada al descubrir un cielo soleado y un paisaje carente de
edificios en torno a ella.
—¿Le sucede algo, señorita
Mysa? –preguntó una voz femenina.
Miranda se sobresaltó y al
girarse vio a su lado a una… ¡una doncella! Era la única manera que se le
ocurría de denominarla. Sus ropas consistían en un ostentoso vestido, unos delicados
guantes y una elegante sombrilla. Miranda echó un vistazo a su alrededor,
buscando a esa tal Mysa y se encontró con los ojos de la otra muchacha
mirándola interrogantes.
—¿Es…a mí? —consiguió decir la
adolescente.
La doncella, que debía tener
unos trece años, se rio tapando la boca con una mano.
—¿Qué otra Mysa hay, si no?
Miranda, todavía sin estar
muy segura de lo que sucedía, le devolvió la sonrisa. Entonces se fijó en el
extraño lugar en el que se hallaba, sobre un puente de madera ocre que cruzaba
las cristalinas aguas de un río. Al verse reflejada en él estuvo a punto de
caer hacia delante; la joven que le devolvía la mirada era la misma que la del
reflejo del charco. Se separó de la barandilla del puente y observó estupefacta
el vestido azul turquesa con el que había soñado momentos antes y que ahora
llevaba puesto.
—No… no puede ser —murmuró.
—¿Estáis bien, señorita?
—preguntó la doncella.
Me ha parecido un relato digno de ser el primero de nuestro blog. Me ha encantado el final, tan interesante como desconcertante (está claro que Sindy sabe cómo bordar un final). Estoy deseando saber cómo continúa, qué es ese lugar y cómo ha llegado Miranda allí. Si ella es Mysa o, si no lo es, qué ha ocurrido con ella. Sindy, sigue dejándote llevar por la fantasía.
ResponderEliminarMuchas gracias Rush. Tal vez, algún día, continúe la historia, pero aún tengo mucho por planificar.
ResponderEliminarUn saludo!